domingo, 11 de julio de 2021

2021.07.11 Crónica... Tras la pandemia

 Esta no es una crónica de observación, creo que es una carta de agradecimiento.


“¿Cómo se retoma el hilo de toda una vida? Cómo seguir adelante cuando en tu corazón, empiezas a entender que no hay regreso posible, que hay cosas que el tiempo no puede enmendar, aquellas que hieren muy dentro, que dejan cicatriz.” (El Señor de los Anillos) 

Desde hace un tiempo estas palabras rondan mi mente y nunca creí que tuviera que hacerlas mías. Después de tantos meses de pandemia, de cambiar nuestra forma de vivir la vida, de como relacionarnos, de perder incluso la costumbre de besar a tus hijos, y de vivir momentos de dolor extremo… Ahora me miro y no me reconozco.

¿Cómo se hace para retomar nuevamente aquello que te llenaba el alma si ya no eres la misma persona?

 El cómo vives la vida, sus acontecimientos y tus relaciones con los demás te hacen ser quien eres, y yo no me reconozco.

En esta tesitura me encuentro, y supongo que también otros muchos igual que yo.

El sábado retomaba en esta “nueva normalidad” algo que era vital para mí, vivir momentos bajo el firmamento compartiéndolo con otros amigos aficionados. 

La climatología, con mucha calima durante buena parte de la noche, hizo que hubiera más de social que de astronomía, pero quizás era lo que necesitaba realmente. Es por eso que tras montar los equipos la cena se alargara tantísimo, regalándonos mi compañera de observaciones un paseo por las constelaciones visibles, y posteriormente, yo me ofreciera a recordar las historias mitológicas que encierran; Calixto convertida en osa, Zeus en Águila para raptar a Ganímedes, la bella Ariadna con su corona el día de su boda, Orfeo llorando con su arpa la pérdida de Eurídice… Historias que hacía mucho no contaba, desde que aburría a mis hijos con ellas. Cómo echo de menos esos momentos de mi hija Julia con 8 años diciéndome ¡Cuéntame otra papá, cuéntame otra! Dios, ha pasado toda una vida desde entonces.

Después de la cena intentamos hacer algo de astronomía. Tras intentar cazar el cometa 5D/Brorsen que rondaba por la Constelación del Boyero, sin ningún éxito por las condiciones atmosféricas, decidimos olvidarnos de objetos poco luminosos y dedicarnos a cúmulos estelares.

Armados con el libro Catálogo Messier de José Luis Comellas, quisimos hacerle un pequeño homenaje por su reciente defunción. Es increíble la capacidad que tenía para transmitir con palabras esos pequeños detalles que a los demás nos pasarían desapercibidos. Así lo hicimos con Messier 52, cúmulo estelar pequeño que va pasando de forma de copa al de una raspa de pescado a medida que subimos de aumentos. También le dedicamos un rato al cúmulo abierto Messier 39, mucho más abierto y de menos componentes que el anterior, pero que nos dejó un bonito recuerdo.

Escuchamos a Manuel Oropesa decir que estaba viendo Júpiter muy bien con su telescopio 14”, así que dirigimos nuestros equipos de 12” para ver qué podíamos sacar… Y vaya si sacamos, curiosamente aun con calima presentaba unas imágenes muy nítidas, con infinidad de detalles de los festones en las nubes ecuatoriales. Tuvimos la suerte de presenciar un paso por delante del planeta de una de sus lunas, Ganímedes, ¡todo un espectáculo!

Ya puestos, también dirigimos los equipos a Saturno, con la misma fortuna de regalarnos unas de las mejores imágenes que recuerdo. Las tonalidades pardas de las nubes ecuatoriales eran espectaculares, y la división de Cassini en los anillos del planeta era clara y estable. Nos pasamos a verlo por el telescopio 14” de Manuel Oropesa y era un escándalo de imagen, mostrándonos también en los anillos la división de Enke, muy difícil de ver con nuestros equipos.

La noche no dio para más... ¡ni para menos! Y como decía al principio, esta no es una crónica de observación, más bien de agradecimiento a los compañeros de afición, casi familia ya, que me han ayudado en esta primera salida de observación a retomar esas sensaciones que añoraba de sentirse pequeñito bajo el firmamento:

Pepa, mi compañera de observaciones, siempre ahí para lo que sea. Jesús, siempre con la cabeza entre el cacharreo tecnológico y la visión del artista fotográfico. Jero y Manolo Tango, compañeros desde los inicios de mis aventuras astronómicas, para sentirme más en casa que nunca. José María y Manuel Oropesa, nuestros profes imprescindibles. Inma, nuestra alumna aventajada de la que disfrutamos mucho con sus exclamaciones en cada nuevo objeto que descubre por sí misma, por no contar que nos deleita con un jamón que quita el sentío. Y Luís Lucero, siempre exprimiendo al máximo las fotografía que su móvil es capaz de hacer.

Gracias a todos y esperemos que lleguen muchas más para compartir.



8 comentarios:

  1. Joder Manuel llega al alma, me hubiera gustado acompañaros pero, los compromisos familiares tienen preferencia, un abrazo y espero que coincidamos más

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    1. Maravillosa tu crónica Manuel, como nos tenías acostumbrado, ya tenía yo ganas de volver a escucharlas y esos relatos mitológicos que me encantan, bonitos recuerdos, y excelente compañía. Un abrazo.

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    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Fantástica crónica!
    Solo faltaba estar allí, pero a pesar de la ausencia, me siento incluido.

    Muchas gracias, es genial que tengáis esas reuniones a las que me gustaría unirme un día de estos.

    Un abrazo

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  3. Es fantástico leerte, aunque mejor es escucharte en vivo. Qué pena no haber podido acompañaros para refrescar todas esas bonitas historias que nos regalas en las noches de observación. Un gran abrazo, amigo

    Alicia

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